¡Qué extraño es perder! Irving Saladino se había acostumbrado a ganar todo y Panamá a celebrar con él sus conquistas, pero al no poder revalidar su título de campeón del mundo del salto de longitud, la sensación que queda es como caminar por rumbos sin sentidos y pateando latas vacías. Entonces la única explicación que existe es la Ley de Murphy : Si algo puede salir mal, saldrá mal.
Ayer, el panameño tuvo un rendimiento poco habitual, quedó marginado en las primeras de cambio de su especialidad en la final del Mundial de Atletismo de Berlín.
Saladino se le vio ansioso, como si le pesara el efectivo salto que logró, en su primer intento, su máximo rival, el estadounidense Dwight Phillips (8.54 m).
Esté traspié deberá servirle al panameño para hacer autocrítica, ver las veces que sean necesarias sus últimas actuaciones, aprender de sus errores para recuperar lo que le pertenece (el sitio en el ranquin y el título de campeón) para entonces, poder ir por lo que tienen otros, Phillips, ganador de la medalla de oro ayer; y su compatriota Mike Powell, poseedor del récord mundial.
Phillips fue acompañado en el podio por el sudafricano Godfrey Khotso Mokoena (8.47) y el australiano Mitchell Watt (8.37).
"Creo que la ansiedad se apoderó de mí", dijo tras quedar eliminado.
"Mi entrenador, Nelio Moura, me dijo que me controlará un poco, que asegurará un salto, pero todo salió mal. En el último salto pensé que había clasificado", añadió.