Está reconocido que en Panamá a veces, los peores enemigos de las empresas son sus propios empleados. Sobre todo la minoría que se agrupa en sindicatos, si no me creen pregunten porqué los perros duermen apaciblemente en las calles de Puerto Armuelles. Las bananeras pagaban miles de millones de dólares a nuestra mano de obra poco calificada, eran dinero fresco tanto para el Seguro como para Hacienda.
Cuando en Suramérica desconocían tenedores y las cucharas, en Bugaba los guaimíes manejaban pesados tractores Ford y montacargas Yale. Puerto llegó a tener el mejor hospital de Centroamérica, en donde los gringos atendían hasta a los enfermitos que llegaban de otros lares.
Es por eso que la peor postemilla que le haya podido salir a la clase trabajadora en este Istmo, no es el guaro, se llama el Sindicato, allí se han cultivado la mayoría de los ñángaras.
El mismo Jimy Hoffa, (sindicalista de la mafia en los Estados Unidos), les hubiese advertido a los dirigentes panameños que la cosa no es acabar con las empresas, ustedes ven como en Japón, Inglaterra y Estados Unidos, los propios empleados se rebajan el sueldo en épocas de vacas flacas, para que las empresas no quiebren y los propios gobiernos ayudan para que la economía de un sector no se desbarranque.
Pero en Panamá, desde el Canal Francés para acá, casi todo parece robo y coima. Si ustedes analizan, la mayoría de los sindicatos les han fallado a sus gremios en particular y al pueblo en general, por ejemplo: Las ventas del IRHE Y el INTEL han desmejorado terriblemente la calidad de vida de la gente y la huida de las bananeras, acabado con la economía de toda una región. Que hicieron los sindicatos y los ñángaras del gobierno en esos momentos, ahora el pueblo paga 20 veces más, que lo que pagaba en energía eléctrica y teléfonos por culpa de los sindicatos ñángaras.