El primer barrunto que da señales claras que la patria loca podría venir con el mismo saco de improvisaciones que la fracasada patria nueva, lo sentí luego de la desgracia de las Garzas de Pacora. La madrugada siguiente las carreteras amanecieron llenas de guardias inspeccionado, cuando esas requisas debieron darse en el primer crepúsculo del cambio y continuar por los cinco años que faltan, ya verán ustedes que estas medidas efectistas y para nada efectivas, se diluirán de la misma forma como se esfumaron durante los 90 años de la patria boba y en los cinco de la fatídica patria nueva que se caracterizó por el clientelismo, el poco importa y obrando a palos de ciegos ante la lluvia de necesidades de los ciudadanos.
Empero, en lo poco transcurrido de la positiva esquizofrenia colectiva, en el país han nacido otros temores que golpean mi olfato indígena. Pareciera que no se cuenta siquiera con la indispensable lista de cosas apremiantes que hay que mejorar. Esto se está pareciendo a la práctica de los gobiernos "apaga fuegos" y al viejo capireño que llevaba la "bangaña" de maíz justo después que la yegua expiraba de hambre. Esto huele al mismo berrinche del circo anterior en que hasta la Corte de macarrones La Suprema viajó, mientras las colinas de basura crecían en ciudades y pueblos, las muertes por lombrices y diarreas en menores de un año aumentaron, la cuenca hidrográfica del canal perdió hectáreas de bosques y la educación pareció caer en manos de payasos avezados que se reían de lo mínimo en actos públicos, solemnes y funerarios.
El tercer presentimiento de que pudiésemos estancarnos en el mismo estercolero recién superado, se acentúa porque todavía la montaña de basura sanitaria espera que "Mahoma" vaya al patio trasero del Santo Tomás a recogerla. Los más de 1, 200 restaurantes periféricos de la capital tienen sus servicios sanitarios infectos. ¿Entonces?...Si Martinelli falla, nos quedan dos opciones: inscribirnos en FRENADESO o una licitación pública internacional para que nos administre el país.
