Hace 60 años, un grupo de oficiales de la Wehrmacht (ejército de Alemania) que antes intentaron eliminar en nueve ocasiones al dictador nazi Adolfo Hitler, se encontraron con una última opción para asesinarle y poner fin a la Segunda Guerra Mundial.
El conde Klaus von Stauffenberg, coronel del ejército, vio la oportunidad un 20 de julio de 1944. Según archivos que obtuvo la Deutsche Welle, Stauffenberg dejó un maletín con un dispositivo explosivo, el cual estalló a pocos metros del "Führer". Empero, para mala suerte del conde, un capitán movió la bomba a un extremo del búnker, cerca de la pata gruesa de la mesa informativa de mapas, lo cual aminoró la detonación. Hitler se salvó.
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Stauffenberg, debió partir antes de conocer los efectos de la explosión. Hitler sobrevivió el atentado. El golpe había fracasado.
La misma noche del 20 de julio fueron fusilados Stauffenberg y otros tres conspiradores en el patio del complejo Bendlerblock, sede de la "Wehrmacht". Durante las siguientes semanas fueron detenidas 7,000 personas y muchas de ellas condenadas a muerte. En total 10,000 miembros de la resistencia cayeron víctimas de los nacionalsocialistas.
Desde 1938, un grupo de conspiradores pro democracia intentaron varias veces liberar a Alemania del gobierno nacionalsocialista (nazi). Entre ellos estaban los condes Helmut James von Moltke Moltke y Peter Yorck von Wartenburg, al que también pertenecía Adam von Trott zu Solz, uno de los estrategas de la resistencia alemana.
Historiadores europeos consideran que el atentado a Hitler, si hubiera tenido éxito, había frenado la guerra a mediados de 1944. Empero, pasó todo lo contrario.
En los siguientes 10 meses, hasta mayo de 1945, murieron 12 millones de personas. Se puso a toda máquina las calderas de los hornos de los campos de concentración y se aceleró la "solución final" contra los judíos.