Sentarse a pensar es el esfuerzo más grande para algunas personas sin iniciativas, motivados en la conducta errónea del ensayo y error, por ello tenemos que pagar un precio muy alto, justos y pecadores, como resultado innegable de las acciones ridículas que más tarde nos traerán lágrimas.
Las decisiones atarantadas, tristes y aturdidas, siempre son deudoras de un costo alto que pagar, en especial en el campo político donde no hay espacio para rectificar las fallas cometidas, en el justo acuerdo de opinión es donde se entrelazan las tendencias del culto y el llano en estrictas referencias llevando al solio presidencial al notorio personajes.
Debemos tener cuidado eligiendo, para no llorar como niños lo que no supimos defender como hombres. Admiro al filósofo y respeto al científico. Como en el escenario de opinión que aglutina los criterios generales y específicos es de prudencia guardar el debido cuidado, pues el vengativo error cobrará con severidad la falta cometida, fuera del derecho del poder ser examinada. Pensamos defender con mayor entusiasmo las ideas, emitiendo la razón de nuestros pensamientos que en el menor desliz pueden tomar un rumbo equivocado sin puerta de salida. Las excusas no son posibles, ni merecidas, cuando se ha contado con cinco años de meditación. Un paso equivocado nos puede tirar de bruces a los brazos falsarios del error. Bien se comprende que este acto fuera de toda cavilación es entregarse al transporte de la fantasía, donde la fuerza de voluntad muchas veces cae arrojada violentamente por el suelo, como resultado de un contundente golpe de gracia causal. Las riquezas de conocimientos y la fuerza evolutiva de la imaginación extraordinaria en algunos, resultan un fiasco en otros, cuando no saben aplicar la explicativa dinámica sináptica. La política en nuestro medio es la interpretación que en muchos casos no resiste la prueba de los hechos contundentes defendidos porque ciertas veces contradice la realidad basada en la interpretación de las normativas que las rige, pudiéndose llevar al terreno de la práctica sencilla.