Para todo ser humano es fundamental saber quién es, cuál es su misión en este mundo y experimentar su pertenencia a un grupo, familia, amigos, etc.. Igual pasa con nosotros, los que decimos que somos católicos, necesitamos saber quiénes somos, cuál es nuestra misión y tener sentido de pertenencia.
VER NUESTRA REALIDAD
La misión de la Iglesia no es responsabilidad de algunos, sino de todos. El Vaticano II lo dice claramente: "Los pastores conocen perfectamente cuanto contribuyen los laicos al bien de la Iglesia entera. Saben los pastores que no han sido instituidos por Cristo para asumir por sí solos toda la misión de la Iglesia en el mundo, sino que su eminente función consiste en apacentar a los fieles y reconocer sus servicios y carismas, de tal suerte que todos, a su modo, cooperen unánimemente en la obra común". (LG 30)
ILUMINEMOS LA REALIDAD
Todos los creyentes, por el bautismo, son incorporados al Cuerpo de Cristo y adquieren así la dignidad de hijos e hijas de Dios. Es decir que los laicos son miembros plenos y completos de la gran familia de Dios. Leamos: Gál. 3,26-27.
San Pedro insiste en que los cristianos son miembros de un pueblo escogido por Dios, un pueblo sacerdotal. Leamos: 1 Pedro 2,9-10.
Todos tenemos una participación activa en la misión de la Iglesia. No puede haber miembros muertos. Nadie puede quedarse por fuera, o no darse por aludio. Somos un pueblo sacerdotal, es decir un pueblo que manifiesta en su forma de ser y de vivir, la gloria y la grandeza de Dios en el mundo.
Veamos lo que comenta el Papa Juan Pablo II: "He aquí un nuevo aspecto de la gracia y de la antig�edad bautismal: los fieles laicos participan, según el modo que les es propio, en el triple oficio -sacerdotal, profético y real- de Jesucristo." (Christifideles Laici, 14)
ACTUEMOS
�Qué acciones deberíamos asumir para vivir más plenamente nuestra vocación de ser miembros del pueblo de Dios?
�Cómo promover en nuestra comunidad cristiana la dignidad e identidad propia de los laicos?
