Cuando nos equivocamos o "metemos la pata", como decimos com�nmente, causamos da�o leve o grande, dependiendo de la posici�n y el lugar trabajo.
Es obvio que hay errores de errores, situaciones en las cuales el da�o causado no tiene precedentes y resulta casi irreparable. Es cierto, los hay. Pero la pregunta es �no se merece una segunda oportunidad? O �debe cargar todo la vida con el peso de haberse equivocado?
Cuando el error ocurre por negligencia, es causado con premeditaci�n o resulta de un hecho intencional, pareciera que todo lo se�alado anteriormente cobra sentido. Una empresa no puede darse el lujo de poseer en su plantilla personas que atenten contra ella sin la menor muestra de sentido de pertenencia, y es ah� donde podr�a justificarse algunas acciones correctivas, siempre y cuando ninguna de ellas tenga como objetivo amedrentar al personal restante.
Hay una m�xima inalterable: "se debe aprender de los errores", las experiencias o los intentos fallidos generan a la vez un conocimiento que no se habr�a alcanzado de no haberse equivocado en el primer intento. Se dice que Thomas Alba Edison se equivoc� muchas veces antes de inventar la bombilla, que el celebre f�sico Albert Einsteins pas� largas horas de ensayos y errores antes de concluir que en la celebre formula: e = mc2. �Cuantos cohetes no explotaron antes de que el hombre pisara la luna? Ser�a ideal decir que nada de ello ocurri� y que de inmediato se lleg� al punto exacto de cada ejemplo, pero la verdad es otra. Y sobran los ejemplos.
No se trata de justificar los errores, �stos deben ser evitados constantemente y ello requiere de tiempo, atenci�n y esmero. Pero si se trata de reflexionar sobre la manera en que algunas empresas o su personal directivo observan las fallas y las exponen al com�n. Estamos a tiempo para cambiar la manera c�mo vemos esos errores.