JILMA QUIROZ
Tras sentirse una bolita en el seno por los inicios del año 90, Jilma acude a su ginecólogo y éste le dijo que no era nada. Por no estar convencida, visita a un oncólogo, quien también le dice que eso era nada para preocuparse. Finalmente, para salir de toda duda, se dirige a un cirujano, quien ordena una biopsia y tres días después es diagnosticada con cáncer de mama.
"A los 37 años, uno no esperaba un resultado así. Sentí que el mundo se me vino encima. Yo no entraba en ese perfil. No tenía senos grandes, ni gorda, tuve tres hijos y había dado pecho", recuerda esta valiente mujer.
Luego de que le fuera amputado el seno mediante una mastectomía total, su madre, hermanos e hijos la ayudaron a recuperarse, mientras que su esposo le dio la espalda cuando más lo necesitaba.
Durante estos 16 años, tuvo una recaída por la que tuvieron que internarla en el Oncológico por 17 días, pero ni eso pudo vencer sus ganas de luchar y vivir, ni alejarla de Dios.
"En ningún momento he pensado que de esto me voy a morir", dice Jilma y agrega que su gran ángel guardián es el Dr. Fernando Cebamanos.
Jilma, quien es miembro de la Asociación Nacional de Pacientes de Quimioterapia (ASONAPAQ) y voluntaria en el Instituto Oncológico Nacional, asegura que después del cáncer "aprendí a vivir, disfruto de mis hijos y mis nietos, y viajo. Luego me hice una reconstrucción mamaria, que fue como ganarme la lotería".
ALICIA
Hace 14 años Alicia fue diagnosticada con cáncer de mama "y me lo descubrieron en estado tardío por descuido mío", comenta la presidenta de la Asociación Nacional de Pacientes de Quimioterapia (ASONAPAQ).
Asegura que en aquel tiempo no habían campañas para la detección temprana del cáncer, que "aunque no se puede prevenir, si lo hubiese detectado a tiempo no me hubieran tenido que amputar la mama izquierda y pasar por la quimioterapia, radioterapia y por el duelo de perder un miembro de mi cuerpo, que aunque sepas que está dañado y que es importante para tu salud quitarlo, ya una está acostumbrada a tenerlo".
Alicia afirma que estamos viviendo una crisis por la escasez de oncólogos clínicos, pues considera que es una rama triste porque el paciente sufre y el médico se involucra; pero ahora el Instituto Oncológico no cuenta con los especialistas suficientes para atender la creciente demanda de pacientes.
"El cáncer ha representado una renovación en mi vida. Mi vida se divide en antes del cáncer y después del cáncer, me ha ayudado a darle el justo valor a las cosas. En mi familia ha habido muchos antecedentes de cáncer y cuando se me diagnosticó, mi hermana también padecía de uno y murió. Cuando esto ocurrió le pregunté a Dios por qué se la había llevado a ella que que tenía una vida sana y sin vicios, mientras que yo fumé por 36 años y no me había cuidado como debía. Entonces, a los pocos días de esto, me llamaron del Oncológico para que fuera voluntaria y comprendí mi misión".
MELVA EDWARDS
Por el año de 1981, Melva ya era madre de un varoncito de 10 años, y junto con su esposo, tenía planes de hacerle mejoras a su humilde hogar para convertirla en unos cuartos de alquiler, pero este proyecto nunca se hizo, porque Melva fue diagnosticada con cáncer de mama y todos los ahorros que tenían se fueron en la operación.
"Siempre me hacía mis palpaciones y en una de ellas, descubrí un bulto extraño en el seno. Visité a mi médico de cabecera y junto con otros síntomas, como dolor de cabeza y piernas, él me preguntó si me daba miedo ir a donde otro doctor amigo suyo en el Oncológico. Le dije que no y al día siguiente, fui al consultorio del doctor Kito Young y éste me mando a hacer una biopsia", comentó Melva.
No quiso alarmar a su madre. "Así que el día que me tenían que hospitalizar para la biopsia, le dije lo que iba a pasar y ella en lugar de asustarse, me acompañó", añadió. Unos días después, los resultados fueron positivos y la prepararon para la mastectomía.
Melva cuenta que cuando estaba en quimioterapia, podía estar toda una semana mal con los efectos del tratamiento, pero tan pronto se sentía mejor se vestía y se iba a bailar, prueba de su espíritu inquebrantable.
Después de dos años y para sorpresa del personal del Oncológico, Melva salió embarazada y algunos querían que interrumpiera el embarazo; sin embargo, el doctor Cebamanos le dijo que no lo hiciera pues ella estaba sana y así lo hizo. Ahora su hijo tiene 21 años y es el testimonio de que después del cáncer hay mucha vida.