A eso de las ocho de la mañana de cada día es muy común ver una enorme fila de personas en la entrada de la Corte Suprema de Justicia, ubicada en el corregimiento de Ancón.
Sus razones para entrar a la principal corporación judicial son variadas, pues algunos de esos ciudadanos tienen lógicas preocupaciones, en especial si un pariente va a ser juzgado en alguno de los tribunales, mientras que los abogados van hacia los despachos para ver cómo andan los casos o procesos que se ventilan en esa entidad.
Como siempre, en la entrada se encuentran los funcionarios de seguridad, vestidos con sus tradicionales camisillas y pantalones, ellos se encargan de revisar a todo el que entra en la Corte.
Pero el día en la Corte, no es igual si no ocurre una audiencia, la cual se puede llevar en cualquiera de los juzgados, pues a nivel del Segundo Tribunal Superior de Justicia se desarrollan los tradicionales juicios relacionados a homicidios, que por lo general son presididos por un magistrado, quien cuenta con sus asistentes, así como con la participación de ocho personas en calidad de jurados de conciencia, un abogado acusador, otro defensor y un fiscal que representa al Ministerio Público o a la sociedad.
Un letrado consultado señaló que los resultados de los llamados juicios, por la vía del jurado de conciencia, es una especie de ruleta rusa o lotería, pues nadie puede prever en un ciento por ciento cómo resulten. Todo depende de cómo hayan incidido los alegatos, tanto de los defensores como del fiscal encargado del proceso.
Pero todo no queda allí, pues en algunas ocasiones pueden realizarse varios juicios, los cuales se efectúan tanto en el Salón de Casación, localizado frente al despacho de relaciones públicas, un juzgado en particular o en la Sala de Audiencias del Segundo Tribunal Superior de Justicia.
Por lo general, los resultados de audiencias que despierten la atención ciudadana culminan en horas de la madrugada, o sea al día siguiente.
Sin embargo, no todo es color de rosa a nivel del Organo Judicial, pues llueven críticas a tutiplén, dada una serie de factores.
Entre esos sobresalen la criticada morosidad judicial, o sea la exagerada lentitud con que se resuelven ciertos casos, lo que origina molestias entre las partes, que claman celeridad en estas frecuentes situaciones. Sin embargo, no todo es demora porque a veces dan la sentencia con celeridad. Finalmente, así es un día en nuestro máximo Organo de Justicia.