Las declaraciones de los funcionarios de la seguridad hondureña acerca de la posibilidad que elementos del integrismo islámico vinculados a la red terrorista Al Qaeda, son una clara advertencia para nuestro país, mantenga las medidas para controlar el paso de sospechosos de pertenecer a grupos extremistas.
Aunque el Canal de Panamá tiene una adecuada seguridad industrial, esa vía acuática constituye un potencial blanco de los fanáticos del terror, que ya han atacado en diversos puntos del mundo.
El país no sólo está expuesto a la delincuencia ha llegado a desbordarse a límites insospechados, sino que existen otros peligros.
A veces, la ciudadanía hace poco ha caso a las alertas dadas por el gobierno de Estados Unidos, a la INTERPOL y a otras agencias de espionaje sobre los peligros de los terroristas y demás grupos insurgentes que operan escudados bajo la sombra del anonimato, esperando golpear por lo más débil a nuestras sociedad democráticas.
Como Panamá está vinculada estrechamente a sus relaciones con los Estados Unidos, es evidente que estamos sujetos a ser blancos de los terroristas. Recordemos que Al Qaeda y sus secuaces han atacado intereses norteamericanos en todo el planeta, después de las tragedias ocurridas en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001.
Así como ahora las autoridades salientes del gobierno panameño se esfuerzan por acabar con la criminalidad, es imperante tomar en serio las advertencias sobre las amenazas del terrorismo, para evitar sorpresas desagradables que luego lamentaremos.
No bajar la guardia frente a un peligro real, debe ser la consigna y la vigilancia en los aeropuertos y terminales portuarios. no se puede descuidar.