Treinta y ocho largos años han pasado. Mucho tiempo de la captura, desaparición y asesinato del sacerdote Héctor Gallego, sin que hasta la fecha se haya desenredado la telaraña que mantiene en ascuas a los panameños deseosos de conocer la verdad.
Fue un día como hoy, pero de 1971 cuando se conoció de la noticia. El cura desapareció bajo el paraguas de la dictadura militar.
Familiares del sacerdote, la Iglesia y todos los panameños no han encontrado el momento para dar cristiana sepultura a Gallego, al hombre de Dios que llegó de Colombia con su carisma, amor por los campesinos pobres y sus luchas a favor de la organización de la producción agropecuaria de los marginados, situación que lo convirtió en un poderoso enemigo para los terratenientes de Veraguas y los castrenses.
Poco a poco los investigados han ido falleciendo, los que viven deben entender que ya es tiempo para desenterrar la historia y revelar qué ocurrió en esa época.
Está claro que los altos mandos de la Guardia Nacional debieron saber con exactitud lo sucedido a Gallego. Hay muchos coroneles que deben conocer cuál fue la suerte del sacerdote amigo de los campesinos de Santa Fe, pero al igual que los involucrados mantienen la Ley de la Omertá.
En este día, también se cumplen 22 años de la fundación de la Cruzada Civilista, la multigremial organización que surgió al calor de las denuncias de corrupción formuladas por el entonces jefe de Estado mayor de las Fuerzas de Defensa, Roberto Díaz Herrera.
Ese movimiento fue vital para abrir la democratización de la nación.
Hoy al recordar lo pasado, resaltamos que los campesinos guiados por Héctor Gallego merecen saber qué sucedió con el sacerdote, así como también las jornadas de la Cruzada Civilista, no deben quedar en el olvido y tienen que estar siempre presentes para que la nación no pierde su espíritu de lucha por la decencia.