La empresa europea Airbus es una de las compañías más avanzadas en materia de transporte aéreo. Uno de sus aviones representativos, el A-330, es ícono de la alta tecnología. Capaz de volar sin parar 12,500 kilómetros, transportar 230 toneladas y dar cabida a 253 pasajeros, esta aeronave es utilizada por unas 20 importantes aerolíneas.
Con semejante récord, uno diría que el Airbus A-330 era tan inexpugnable como el "Titanic", seguro y versátil para burlar a la naturaleza. Pero no todo es infalible en este mundo de sorpresas. El pasado domingo 31 de mayo de 2009, el Vuelo 447 de Air France, en ruta Río de Janeiro - París, desapareció en su trayecto sobre el Océano Atlántico. Murieron 228 personas, incluyendo pasajeros y tripulación.
Todo apunta a que una tormenta tropical, combinado a desperfectos en los velocímetros de la aeronave provocaron su caída.
El accidente nos recuerda lo frágil que es la seguridad aérea, que factores acumulativos por descuido, azar o irresponsabilidad, pueden enfilarnos al desastre.
Para muchos, los cielos de la República de Panamá están a merced de la suerte, la viveza de los controladores aéreos y la prudencia de los excelentes pilotos de los aviones que sobrevuelan el Istmo.
Empero, las recientes denuncias sobre la falta de mantenimiento a los llamados "aerofaros", en Isla Taboga y en Provincias Centrales, que sirvieron de guía a los pilotos de aviones pequeños, es una advertencia del riesgo que corren los vuelos internos.
Otra denuncia, más común pero mucho más peligrosa, es la presencia de gallotes y aves carroñeras cerca de las pistas de los principales aeropuertos de Panamá.
La irresponsabilidad de los moradores cercanos al Aeropuerto Internacional de Tocumen, que arrojan basura en pequeños vertederos, atraen a los buitres y gallotes, los cuales representan un peligro para los aviones en cercanía. La terminal aérea mueve a más de 2 millones de personas anualmente y las autoridades panameñas han hecho grandes esfuerzos por mejorar su servicio de atención a pasajeros.
A las autoridades le advertimos que la expansión de las urbanizaciones por los lados del Corredor Sur, frente a Don Bosco y La Riviera, han ocasionado la aparición de depósitos de basura, exactamente en el perímetro de llegada de los vuelos internacionales a Tocumen. Por el amor a Dios, hay que hacer algo, puesto que si un gallote u otra ave de gran tamaño golpea a un avión de pasajeros, puede causar un desastre.
Recomendamos a la Autoridad de Aeronáutica Civil que ordene el desalojo de precaristas y clausure los terrenos cercanos a la pista de Tocumen. Igual, que se verifiquen los perímetros de otras pistas en el país.
También sugerimos la contratación de cazadores especializados para custodiar las cercanías de la pista de la Terminal de Tocumen, para liquidar a los gallotes.
Previniendo con antelación, evitaremos posibles accidentes aéreos, pues la prudencia es la mejor herramienta contra las desgracias.