El príncipe Felipe y Letizia Ortiz se casaron ayer en la catedral de la Almudena en presencia de más de 1.600 invitados, en una sobria ceremonia sin lágrimas ni beso de novios.
Vestido en uniforme de gran gala del Ejército de Tierra, del cual es comandante, Don Felipe, llegó a la catedral atravesando a pie el Patio de la Armería desde el vecino Palacio Real con su madre, la reina Sofía, bajo una lluvia incesante. Veinte minutos después bajo una lluvia diluviana, la novia, llegaba en un Rolls Royce negro acompañada por su padre, Jesús Ortiz.
Los novios recibieron una bendición del Papa Juan Pablo II leída por el cardenal Rouco Varela y permanecieron casi toda la ceremonia con el semblante serio y un poco nerviosos. Vale la pena destacar que cuando el cardenal le pasaba las arras a Felipe se le cayó una al piso y cada una de ellas estaba valorada en 13 mil dolares. Concluida la ceremonia, los novios salieron de la Catedral a bordo de un Rolls Royce Phantom blindado cubierto por un techo de vidrio a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha donde la princesa ofreció su ramo a la Virgen. Luego regresaron al Palacio Real, cuando se abrían claros en el cielo y empezaba a salir el sol. Antes de sumarse al banquete nupcial y posar para las fotos de familia.