La decisión inconsulta de algunas empresas generadoras y distribuidoras de electricidad de aumentar las tarifas de luz, aprovechando el desconcierto por el elevado costo del barril de petróleo, es otra puñalada traicionera en contra del bolsillo del pueblo panameño.
No es posible que tampoco las autoridades nacionales hayan quedado mudas ante el inminente alza de los precios de la energía, demostrando una clara incapacidad para resolver los grandes problemas que aquejan a la comunidad, que no aguanta más abusos.
Ha llegado el momento en que la ciudadanía debe tomar medidas propias para paliar la crisis de la energía, haciendo grandes sacrificios en su modo de vida, con el fin de evitar que el poco dinero que se tiene se pierda en pagos a los recibos de luz.
Podemos empezar por regular nuestro consumo de electricidad en nuestros hogares y en las empresas, para reducir el incremento de tarifas.
Usemos menos la televisión, el microondas, el componente musical; hagamos este ejercicio y evitemos dejar el foco del patio encendido toda la noche.
En cuanto a nuestro auto -si tenemos- conduzcámoslo sólo para ir al trabajo o algo muy urgente.
Hay que dejar esa mala manía de ir en carro a la tienda, aunque esta queda a solo unos pasos del hogar.
También el Gobierno y la empresa privada deben tomar conciencia de la crisis de la energía.
Es conveniente comenzar a reducir el consumo eléctrico, siempre y cuando no se afecte en gran medida las actividades diarias.
De igual manera, es imperante buscar, por parte del Estado, alternativas para lidiar con el encarecimiento del petróleo y de la energía eléctrica.
Es hora que el Gobierno se ponga duro y cree opciones para evitar que las empresas petroleras, así como las compañías de distribución de electricidad sigan haciendo lo que les da la gana con el consumidor.