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Mensaje a un sicario

Rómulo Emiliani | Monseñor

Has empuñado el arma y después de cuatro impactos de bala un cuerpo yace sin vida en la calle. Una llamada telefónica y llora la madre al enterarse del suceso. Esta mujer, aturdida, grita y le comunica a la esposa que desconsolada corre a la escuela a sacar a los tres niños y mientras se han amontonado muchos curiosos en la calle. La policía acordona el lugar y los técnicos inspeccionan el cadáver buscando indicios. Tú te vas contento de haber cumplido un trabajo por el que te pagarán cinco mil lempiras.

Un crimen más y un dolor agudo corre por el alma de los familiares que han llegado a la escena del crimen. No pueden pasar y se quedan contemplando a la muerte, que como un meteorito llegó de repente. Ya no hay papá, esposo ni hijo. Todo en cuestión de segundos. A todo eso ya te has montado en el vehículo de tu compinche y corres a cobrar tu sueldo. Estás rodeado de oscuridad porque apagaste la luz de la vida en un ser humano. Una mano siniestra les paga y cada uno coge por camino diferente esperando el próximo "encargo". Y tú crees que todo quedará bajo el negro manto de la impunidad y tu conciencia quedó manchada de sangre.

La vida de esa familia cambió para siempre. Hay huérfanos y llegó de visita el hambre pero decidió quedarse en la casa. Los niños más pequeños no entienden y preguntan cuando volverá papá y la madre comienza su proceso de soledad y depresión. Hay vacío en el hogar y tu te llenas de cerveza el vientre con tus amigotes mientras la madre del difunto entre lágrimas se consuela viendo las fotos de su hijo cuando niño. �Quién calma el dolor de esta mujer o el de la esposa sacudida por la muerte, tan de repente, tan brusca, tan burda por asesinato?. �Sabes lo que te estoy diciendo, lo que has pensado?

Te pido, te suplico por la humanidad amenazada, y te ordeno en nombre del Señor, renuncia ya a esto. Suelta el arma, reconcíliate con Dios y con el pueblo y deja de ser "un enemigo público número uno" de la gente. Recuerda que el que a "hierro mata, a hierro muere". Es aberrante tu acción y ese dinero que ganas es "plata maldita". Limpia tus manos de la sangre de otros y arrodíllate ante Dios y suplica con llanto y dolor que te perdone. El es eternamente misericordioso y con El podemos vencer cualquier atadura de las tinieblas, porque con el Señor somos invencibles.



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