De la reciente boda política se comenta que es otra "torta" más, que se suma a las toneladas de gracias que este Gobierno tapará también por instinto, como lo saben hacer los gatos. Mientras tanto, casamenteros y conciliadores de tribus salvajes africanas opinan que esta reconciliación es tan desesperada como tardía.
Los consejeros matrimoniales se preguntaron: ¿Será viable?, como temiendo que estos decepcionantes casaderos ni sepan que las nupcias buenas son con peleas mañana, tarde y noche. Señalaron que el concubinato podría terminar en menos de lo que se persigna un ñato, como durar años, dando pie al cruel capítulo de la mitología criolla sobre las cholas acostumbradas al; "porque te quiero, te aporreo". A la unión abonan como cosa buena, que uno de ellos no escarmienta de las traiciones, disfruta tanto golpes bajos como "barrejobos" arriba del cinturón y además, fundó la asociación conservacionista: "Patada de yegua no mata caballo". Mientras que el otro, dice no tener en el currículum combates a puño limpio, lucha callejera, gaznatones, amenazas, secuestros ni aruñazos.
La Asociación de las Juntas de Convivencia (PREJUNPA), por sus siglas en inglés, también se mostró de acuerdo con estas nupcias políticas que se han prometido a compartir hasta el cepillo de dientes. Lo único que se les advirtió a los tórtolos comprometidos es no sacar a pasear a sus respectivos perros en forma conjunta sin la prevención de gruesos bozales.
A los conciliadores africanos, que con sólo aspirar el viento reconocen a leguas la ferocidad de los avisperos, no les agradó la pesada atmósfera que transpiran las sábanas de este maléfico encierro. Ellos saben que lo que mal comienza, mal acaba y que matrimonios tan raros como este, donde la candela y las traiciones serán la norma, los simpatizantes y allegados se apartarán como en efecto está ocurriendo a borbotones por el curioso plato de filete con corazón que los destruirá a los dos.