La cúpula del opositor Partido Revolucionario Democrático (PRD) ha puesto sus cargos a disposición y en 12 días, un directorio nacional deberá escoger a una cúpula transitoria. Los resultados desastrosos de los comicios de mayo pasado y las acusaciones de corrupción que se les formulan a algunos de los dirigentes del PRD, hacen necesario una renovación y un nuevo liderazgo.
El PRD es el colectivo con mayor número de adherentes y debe presentar una nueva cara con un CEN cuyos miembros no estén siendo cuestionados por casos de corrupción, de lo contrario llegarán maltrechos a la próxima campaña electoral y mal podrían cuestionar al actual gobierno, que como respuesta les podría sacar los expedientes secretos para silenciarlos.
Toda democracia requiere de una oposición fuerte que cuestione cualquier abuso en el poder y sirva de contrapeso político, pero esa acción sólo la podrán ejercer dirigentes sin techo de vidrio, porque de lo contrario se corre el riesgo de contar con una oposición cariñosa o colaboracionista.
No hablamos de una oposición desenfrenada, sino responsable que cuestione lo que hay que cuestionar y que apoye los proyectos que beneficien a la sociedad. Un PRD renovado, bien podría ejercer ese papel.