Suele decirse que si una persona pone todo lo que está a su alcance para alcanzar una meta, nunca será tarde para cumplir con ese sueño.
Por diferentes motivos, mucha gente no pudo estudiar ni formarse profesionalmente de joven, pero de adultos e, incluso, en la tercera edad retoman aquellas ilusiones que alguna vez quedaron truncas. Y la satisfacción y el placer que experimentan al cumplir ese logro es notable.
Distintas motivaciones pueden llevar a una persona mayor a retomar los estudios, ya sea a nivel primario, secundario o universitario, incluso para realizar algún curso de suma utilidad, como computación o inglés.
Los expertos aseguran: "Con solo prepararse y salir de su casa una vez por semana o más para ir a clase, la persona mayor deja de sentirse aislada y fuera del contexto social, en el que generalmente se le margina y se le impone que a partir de cierta edad no puede hacer determinadas actividades".
"El ocio y la soledad son malos compañeros del ser humano, mucho más en las personas adultas mayores, en las que a veces quedan pocas reservas y comienza a aparecer el fantasma de la pérdida del sentido de la existencia". Con los cursos, observaron algunas investigadoras, los adultos mejoran la adquisición de habilidades, como el pensamiento crítico, el buen humor y la adaptación a los cambios de la realidad.
En definitiva, "adquieren un lugar de interés porque muchos de ellos comienzan a dominar nuevos temas con la terminología científica respectiva. Les permiten relacionarse de una forma valiosa con sus hijos y nietos".
Hoy es común ver a nuestros adultos mayores optar en algunos casos a títulos universitarios.
Estudios han revelado que estudiar a partir de los 60 no sólo rejuvenece el cerebro, sino también ayuda a prevenir enfermedades mentales de la edad, como las demencias, reduce la depresión, recuperan los roles sociales y mejoran la calidad del envejecimiento.
Encuestas realizadas en España, por la Universidad de la Tercera Edad, demuestran que un 59% aseguró que la motivación para inscribirse en la universidad había sido la inquietud de adquirir conocimientos, mientras que el resto mencionó el deseo de superación (18%), de compartir experiencias (10%) o simplemente curiosidad (2%), entre otros.