El Instituto Nacional se convirtió ayer en campo de batalla y a consecuencia de ello permanecerá cerrado temporalmente.
La manifestación que terminó en un acto de vandalismo, robo y desorden público se originó a eso de las 10:00 a.m., porque el estudiantado no aceptaba la renuncia voluntaria del rector encargado del plantel, Abel Zeballos, y solicitaba su incorporación nuevamente al puesto.
Los estudiantes cerraron la Avenida de los Mártires y otros se atrincheraron en el plantel, desde donde lanzaban botellas, piedras y cuanto objeto tuvieran a su alcance para defenderse de los ataques de los antimotines, quienes llenaron la vía de gases lacrimógenos, a fin de neutralizarlos y restablecer la tranquilidad en el área.
La furia de los jóvenes, que se mantuvieron por dos horas dentro de las instalaciones, no sólo fue contra los policías, sino contra los bienes escolares que fueron destruidos y vandalizados tales como laboratorios, salones, puertas, sanitarios, biblioteca, enfermería y oficinas administrativas.
Igualmente, el robo de dinero efectivo y tarjetas de crédito de propiedad de una supervisora del Ministerio de Educación, fue parte del saldo negativo de esta acción de fuerza. Los daños aún no han sido cuantificados, pero se presume que son aproximadamente de 35 mil dólares.
El clima de violencia no cesaba; sin embargo, la presencia de las autoridades del Meduca y miembros de la Policía de Niñez y Adolescencia, con algo de temor, abrieron la puerta principal del "Nido de Águilas" y de allí salieron en estampida más de 100 estudiantes, quienes participaron directamente en la revuelta y otros que no habían podido salir.
Una madre de familia, en un acto de desesperación, acusó a los policías del estado de salud de su hijo y de otros jóvenes que inhalaron los gases. La mujer gritó improperios contra los uniformados.
Ella, al igual que unos 15 institutores, fue detenida y pasó a órdenes de las autoridades competentes para deslindar responsabilidades.