Ya sean ahorros personales, un fondo privado de jubilación, inversiones, un seguro de vida o medidas para mantener nuestra salud, es necesario que todos tomemos en cuenta que no siempre seremos jóvenes y energéticos, que en cualquier momento podría sucedernos algo, que los momentos malos nunca avisan, y que llegará un momento en el que no seremos tan atractivos para el mercado laboral como hoy.
El mundo está lleno de personas que están pagando el precio de no pensar en su futuro, el de sus seres queridos, su bienestar económico y su salud.
Digamos que usted tiene 30 años de edad. Sigue siendo muy joven y con décadas por delante. Sin embargo, para efectos de su vida productiva, según las estadísticas, usted ha llegado ya ha llegado a la mitad del recorrido. O sea que en los 30 años que vienen tendrá que tomar las medidas necesarias para consolidar su vida física, espiritual, emocional y económicamente para no quedar como una persona frustrada en el ocaso de la vida.
Siempre un buen comienzo en la preparación hacia el futuro es el ahorro. No importa con qué objetivo o motivación lo hagamos, no importa si es en un cochinito o en un banco, pero SIEMPRE debemos ahorrar. No necesitaríamos muchos de los préstamos bancarios que solicitamos si fuésemos más ahorrativos.
En segundo lugar está nuestra jubilación. Si no queremos pasar nuestros últimos días en un asilo, debemos prepararnos para el momento en que ya nuestros hijos estén demasiado ocupados con su vida para estar atendiéndonos. El Seguro Social cada 10 años entra en crisis, y nadie sabe si en la próxima década colapsará. En ese caso, lo único que puede asegurarnos hasta cierto punto seguridad es el ahorro constante o un seguro privado.
También es bueno emprender una actividad económica alternativa a nuestro trabajo de 8 a 5.
¿Y qué pasa con nuestra salud? Ya no somos los chiquillos que absorben licor como una esponja y que pueden tirarse un juego de baloncesto completo después de fumarse una cajeta de cigarrillos. Hay que ponerle un freno a los comportamientos destructivos y potencialmente peligrosos. Hay que hacer ejercicio y moderar lo que comemos si no queremos terminar obesos, hipertensos, diabéticos y en resumen, miserables.
Comience a pensar en su futuro, y decida cómo quiere llegar al final de su vida.