Al casarnos pensamos que ese amor durará toda la vida, pero en ocasiones nos damos cuenta de que los eventos no se dan como esperamos.
Las separaciones y divorcios se han vuelto una situación común, pero la situación se hace más difícil después de los sesenta.
UNA SALIDA NO TAN FACIL
Muchos tratan de buscar su independencia, pues en la mayor parte de los casos hay una estabilidad económica, las necesidades son las mismas: la casa ya está pagada, gozan de la jubilación o prejubilación, los hijos están mayores y no están.., entre muchos otros detalles.
No tener una vida tan complicada es lo que hace que las personas tomen la decisión de separarse, pero muchos aguantan una vida llena de inconformidades, por no saber afrontar la soledad, sentirse que se encuentran en la recta final o porque padecen alguna enfermedad.
Pero llega el momento en que la relación se encuentra perdida y es mejor mirar al frente y encarar el problema.
SOLUCIONES
Para esos momentos de transición, es mejor buscar ayuda profesional. Una visita a un psicólogo es positivo y conveniente. Esto te ayudará a asimilar la situación y a afrontar los cambios.
Es común que los procesos de divorcio o separación provoquen trastornos depresivos o ansiedad, por lo que es bueno visitar al médico para que diagnostique el problema y le dé el debido tratamiento.
Si se deja ayudar podrá superar con mayor facilidad los obstáculos que trae esta etapa de su vida.
CALIDAD DE VIDA
Son más mujeres que hombres las que suelen sufrir de trastornos o depresión. También es cierto que, a edades avanzadas, suele ser el hombre quien decide separarse y ella queda con ese sentimiento de culpa, de falta de valía, de abandono, de fracaso y soledad. Generalmente, los hombres rehacen su vida con mayor facilidad, porque no saben estar solos, aunque entregarse de nuevo no es fácil, por lo que se muestran más cautos.
Las mujeres por su parte llevan mejor la infraestructura de su vida, cuando superan las crisis.