El Comité Ecuménico ha iniciado esfuerzos para tratar de que el diálogo en torno a Ley 30 ó "9 en 1" avance. Tras casi 20 sesiones entre representantes del gobierno, sindicatos y empresarios no se vislumbra salida al conflicto.
Las partes están radicalizadas en sus posiciones y las sesiones, aparte del bla-bla-bla propio de todo encuentro, no generan nada productivo y se consume el tiempo fijado para desactivar la bomba de tiempo que provocó el pasado conflicto de Changuinola.
El problema fundamental es que nadie confía en nadie. Un país donde los diversos sectores dudan de la palabra de los otros, está mal. De que vale que una nación tenga grado de inversión, se construyan rascacielos, tenga un importante centro bancario y un canal interoceánico que comunica al mundo, si sus ciudadanos no son capaces de llegar a acuerdos para resolver un problema.
Ojala que los obispos puedan hacer entrar en razón a los que están sentados en la mesa del diálogo y que se busquen alternativas para salir del empantanamiento de la discusión, para que todo el esfuerzo desarrollado, no quede en una mera perdida de tiempo para todos, pero sobre todo para el país.