La intolerancia está generando muertes innecesarias en Panamá. Esta semana ya dos obreros de la construcción han muerto por enfrentamientos generados por pugnas entre miembros de sindicatos adversos y con agentes de la Fuerza Pública.
Lo sucedido obliga a la dirigencia sindical a hacer un alto y evaluar la situación. Una organización obrera no puede llenarse de mártires ni que el luto llegue innecesariamente a los hogares de sus afiliados.
La base de todo es el respeto. Se pueden hacer todos los reclamos que alguien quiera, pero en un clima respetuoso. Si alguien llega con cuatro piedras en las manos, la otra parte entenderá que tendrá que actuar de la misma forma.
No el que más grita, vocifera u ofende es el que tiene la razón. La gente decente rechaza ese tipo de comportamiento y en vez de generar simpatías acumula es rechazo del resto de la población.
Así mismo, es cuestionable la actuación de la Fuerza Pública que debe jugar su papel de evitar enfrentamientos y lo lógica era actuar para prevenir los nefastos acontecimientos que se han dado durante la presente semana.
Por no tener una mínima previsión, el país está convulsionado y estamos a la puerta de una huelga nacional de obreros de la construcción a la que se pueden sumar otros gremios.
Frente a ese panorama, se hace necesario un diálogo respetuoso entre las partes, de lo contrario entramos en una espiral de violencia peligrosa para el país.