Cada vez se hace más penetrante el olor a política, rumbo a las elecciones de mayo de 2009. De allí la importancia de culminar pronto el proceso de concertación nacional en marcha; al menos culminar esta etapa de acuerdos sobre el país que queremos y el mecanismo de verificación, seguimiento y financiamiento.
Entre los políticos que han "manifestado interés", "suenan" o "marcan" como aspirantes al solio presidencial, en orden alfabético, por el lado opositor, específicamente de los partidos Cambio Democrático, Panameñista, Unión Patriótica y Vanguardia Moral de la Patria, tenemos a: Marco Ameglio, Guillermo Endara, Billy Ford, Aníbal Galindo, Ricardo Martinelli, Alberto Vallarino y Juan Carlos Varela. Por el lado oficialista, en este caso el PRD, tenemos a: Balbina Herrera, Samuel Lewis Navarro, Juan Carlos Navarro y Ernesto Pérez Balladares.
Sin restar mérito a ninguna de las personas antes indicadas, varios de gran valía, honestidad, compromiso y vocación de servicio, salta a la vista que entre los mencionados no aparecen figuras que representen algún tipo de liderazgo fresco o renovador; es decir, salvo contadas excepciones, un liderazgo que no represente más de lo mismo.
En las próximas elecciones importará más que nunca antes la credibilidad del candidato(a); su verdadero compromiso con el desarrollo humano y social, con los resultados de la concertación nacional, pensando ante todo en el interés general, el bien común; su grado de honestidad; profunda convicción y actitud de ejercer tan noble ocupación como lo es la política, pero no para servirse de la misma sino, por el contrario, para servir a través de la misma.
Si surge o no ese tipo de liderazgo comprometido y centrado en principios, no lo sabemos; pero lo que si sabemos es que tendremos un electorado mucho más maduro y consciente de la importancia de la elección, y que en esta ocasión el resultado será definido por el mayoritario voto independiente y de la sociedad civil, no solamente representado en esa mitad del electorado que no aparece inscrita en ningún partido, sino también en quienes sí están inscritos, pero que optarán por favorecer a quien goce de mayor credibilidad para practicar lo que predica.