Hacer del cuerpo una poesía y darle significado al viento, es la faena de los bailarines de ballet, quienes se entregan por completo al arte, a la música y a la danza.
Lograr una carrera como bailarina requiere esfuerzo y amar lo que haces. Este es el caso de María Eugenia Herrera, conocida como Maruja. Primera Bailarina del Ballet Nacional, Primera Figura del Ballet de Illinois y Directora de la Escuela Nacional de Danzas.
Maruja lleva 15 años en una profesión que le ha dado grandes satisfacciones y que ha enaltecido la cultura de nuestro país, pero por desgracia, no se le ha dado el valor que se merece.
Nacida y criada en Panamá, es hija de José María Herrera y Julia Correa.
Siendo la más pequeña de la familia, tiene dos hermanos, José María y Carlos Antonio Herrera y pensó, en algún momento de su infancia que sería banquera, pero descubrió su verdadera pasión y nada la alejaría de ella.
Maruja abandona la soltería el 24 de septiembre, pues se casará con el joven Arturo Victoria e inaugurará la celebración de bodas en el Teatro Nacional.
LOS INICIOS
Cuando niña, Maruja vivía en Nuevo Paitilla y su nana le comentó a su madre que la Escuela Nacional de Danzas quedaba muy cerca y tal vez la podrían inscribir en clases de bailes folclóricos. Así lo hicieron.
Después de un año de estar en la escuela, un buen día la llamaron para que hiciera una audición para el ballet. Como estaba con la pollera puesta, le pidieron que se le quitara, pero con algo de pena, cuenta que no tenía un pantalón corto y sólo llevaba un panty que decía "Monday".
Luego de este momento vergonzoso, le pidieron que saltara y a los 7 años entró a las clases de ballet. Con 13 años se graduó de la Escuela de Nacional de Danzas y no podía hacer mucho, más que seguir con sus estudios secundarios. Se fue a estudiar a otra provincia por lo que suspendió el ballet.
A los 16 años, retomó sus estudios en ballet y un año más tarde decidió que esta sería su profesión.
Estudió danza en la Butler University, Indiana, Estados Unidos. Como parte de su programa de estudios, pasó 2 meses en Rusia y bailó con la compañía de baile del Conservatorio Rimsky- Korsakov en San Petesburgo.
De igual manera, ha cautivado a las ciudades de Boston, Chicago e Indianápolis.
METAS Y SUEÑOS
Con el pasar del tiempo, sus metas han cambiado. Le gustaría dedicarse a su casa y a su familia.
"Yo sé lo que quiero, pero, no están en mis manos algunas cosas, así que se las dejo a Dios", confiesa la musa.
Su gran sueño es conseguir una escuela de danzas grande, con veinte salones y varios pianos.