Un exhaustivo estudio de la biodiversidad de corales del Archipiélago de Las Perlas, realizado por los investigadores del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y otros colegas, ha arrojado claras recomendaciones de conservación para un nuevo plan de manejo costero. "Nuestras recomendaciones incluyen la creación de extensas unidades de conservación y no extracción o "reservas marinas" con énfasis en la parte septentrional del archipiélago, así como regulaciones extremadamente cuidadosas de las actividades pesqueras, turísticas, y desarrollistas, " dijo el científico del Smithsonian, Héctor Guzmán.
Los autores llevaron a cabo un exhaustivo inventario de biodiversidad para determinar la distribución de los corales y la riqueza de las especies en toda la región. Contabilizaron un total de 57 especies de corales: 19 corales duros (escleractinios) y 38 corales suaves (octocorales).
Los arrecifes coralinos en el Archipiélago de Las Perlas tienden a ser pequeños y fragmentados. Algunos corales también crecen directamente sobre el suelo de roca, en donde forman comunidades, pero no así arrecifes consolidados. Este estudio demostró que los arrecifes y las comunidades de corales de Las Perlas son igualmente diversos. El análisis definió áreas de alta riqueza de especies en las cercanías de Isla Galera, Isla San Telmo, Isla Camote, Isla Monte y Bajo Trollope en la parte sur del archipiélago; las costas sur y oeste de Isla San José; la costa suroeste de Isla Pedro González o alrededor de las islas más al norte, especialmente Isla Pacheca y Pachequilla. La Isla Del Rey y las áreas cercanas a Isla Viveros e Isla Mina resultaron con baja riqueza de especies.
La sedimentación, la contaminación, la pesca excesiva y el desarrollo costero ya han sido identificados como la amenazas más serias para la biodiversidad marina en Las Perlas. Los desarrollistas planean construir nuevas ciudades con áreas residenciales, centros comerciales, marinas y canchas de golf en varias de las islas de este frágil ecosistema, lo cual Guzmán describe como "…un claro suicidio ecológico sin ninguna consideración por la fragilidad del archipiélago y las funciones del ecosistema de islas. Lo que se le haga a una isla, afecta a otra.
Los autores recomiendan ahondar en los estudios de la conectividad –el movimiento de los organismos marino y de sus retoños a lo largo de la costa lo que puede ser de extrema importancia para la salud de las áreas protegidas a través de la región de Pacífico Oriental Tropical.