Pero también existe la trata de blanca sobre todo de mujeres procedentes de Colombia y República Dominicana que muchas veces son traídas a Panamá bajo el engaño y aquí se les obliga a prostituirse.
No hay duda que en este renglón debe haber complicidad de funcionarios para facilitar este comercio sexual exponiéndolas en peligro de contraer enfermedades devastadoras como el SIDA.
Panamá por su economía dolarizada está en mejores condiciones que otros países de la región y muchos extranjeros ven en nuestro país la oportunidad de labrarse un mejor futuro, pero caen en las redes de los mercaderes del tráfico de humanos, a los que sólo les interesa ganar dinero, sin importar los peligros a los que exponen a los ilegales que los contactan.
Pero Panamá no es el único país que sufre ese tráfico ilegal, porque cada año se estima que al menos 12.3 millones de personas son víctimas de los coyotes involucrados en la trata de personas.
Se trata de un negocio cruel que saca provecho de la miseria humana y ante la cual las autoridades panameñas deben reforzar los controles para frenar a estos traficantes.