Escuché una vez una discusión en un barrio popular cuando una mujer le grito a otra: "Te tragas un muerto y no lo eructas...". La verdad no había entendido lo que quiso decir, lo que sí me dio mucha risa fue que, mientras vociferaba, se pegaba en las piernas como hacen las racatacas de este país.
Con el ánimo de descifrar el acertijo, le comenté esto a una amiga y ella se mofó de mí, diciéndome: "No seas tonto, eso lo dicen cuando una mujer se acuesta con otro hombre -que no es su marido- y que después anda como si fuera una santita".
Nuestro lenguaje es muy rico en figuras literarias, pero ésta me sorprendió mucho, es por ello que quiero utilizarla para hablar un poco de esas chicas de los salones de clases, de los trabajos o del vecindario que no eructan cuando lo hacen con medio mundo y andan como todas unas santitas por ahí.
¿Has visto a una de ellas? Es probable que sí, porque utilizan una manera de hablar peculiar que sin duda las identifica en este renglón. En el trabajo, nunca las oyes hablar de sexo o si lo hacen no comentan mucho. Ellas prefieren ser como los gatitos que hacen sus cosas en secreto, pero lo que no saben es que como Panamá es tan chiquito todo el mundo se entera. Siempre hay por ahí detectives secretos que andan buscando la última.
"Ey, te tengo una cocoa. Vi a fulana en la disco, pero después la vi entrar por un hotel de la Avenida Perú", así comienza el bochinche que después se riega como pólvora. Lo peor es que con eso de las cámaras digitales las pruebas están a la orden del día en cada buzón de los e-mails electrónicos.
Lo mejor en estos casos es ser una misma. Así la gente no se mete en tu vida, porque al final quien decide eres tú. Tu vida privada se respeta, seas calladita o no. A nadie le debe interesar qué haces ni cómo lo haces, pero mejor es cuidar tu reputación.