Las autoridades panameñas incautaron 25 fusiles AK-47, que iban destinados a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC).
La captura se produjo en el área de la frontera de Panamá con Costa Rica, y formó parte de una operación conjunta entre el Consejo de Seguridad, la Policía Nacional y la PTJ.
Trascendió que las armas de guerra estaban escondidas en una residencia en Costa Rica y luego fueron introducidas a territorio panameño.