El gran maestro preguntaba en un lindísimo atardecer a un monje recién llegado a la orden: ¿tienes conciencia de cuerpo y alma o de alma y cuerpo? Y el monje educado en Occidente respondió equivocadamente que de cuerpo y alma como a todos nosotros nos enseñaron. El gran maestro lo miró comprensivamente y le dijo: Hijo, primero está tu alma y luego está tu cuerpo. ¿Ves ahora la sutil diferencia? Y en otra reflexión preguntaba el maestro: Vive para ti para otros, o para ti y para otros... O para otros y para ti.
Revisemos juntos por un momento el concepto de generosidad, porque primero tienes tú que llenar tu propia vida de la energía, de paz, de armonía, de amor... para luego entonces entregarla a quienes te rodean. No debe quedarte con tu vaso lleno mientras otros carecen de lo necesario tanto en lo material como en lo espiritual, este es un nuevo concepto de generosidad, porque nadie puede dar lo que no tiene. Y también hay muchos que tratan inútilmente de dar cuando lo propio se les ha terminado, también otros quieren dar lo que nunca han tenido, por Dios qué ocurrencias tiene la gente.
Hizo San Francisco de Asís la oración de la paz como un gran mandato para seguidores de todas las religiones, así lo acaban de adoptar en varias iglesias americanas donde se celebran simultáneamente oficios de diferentes creencias, porque la verdad es que encaja en todas. Es una súplica a Dios para que nos conceda la gracia de no empeñarnos tanto en ser consolados, como en consolar, en ser comprendidos como en comprender, en ser amados como en amar pues dando es como se recibe, perdonando se es perdonado y muriendo se resucita a la vida eterna. Y al escuchar esto entramos en una fortísima confrontación y tratamos de averiguar cómo están funcionando nuestras metas con aquellas personas y aquellos grupos con los cuales mantenemos relación.