Las primeras estaciones de radio en Panamá fueron de carácter código. Ya en el Siglo XIX, en Panamá existía la comunicación cablegráfica (cable submarino), pero durante la construcción del Canal, se establecieron las estaciones de radio por código Morse, en el cual se emitía mensajes eléctricos a base de puntos y rayas.
La proximidad de la antigua Zona del Canal, fue beneficiosamente lógica por lograr obtener, de manera actual, las invenciones de inicio de siglo mucho antes que otros países del continente. Esto sería el motor de la radiodifusión comercial, realizando en sus habitantes un auge en forma vertiginosa en el siglo pasado.
La República de Panamá entró a los medios atada de pies y manos, esto fue así debido a que en 1914, mediante el decreto ley N�.139, nuestro gobierno concedió en aquel entonces a los Estados Unidos para que controlara todo lo relativo a las comunicaciones inalámbricas y aguas panameñas conforme al Tratado Hay Buneau-Varilla.
El gobierno estadounidense fue férreo en la aplicación de dichas normas y derechos que teníamos los panameños de operar nuestras estaciones de Radio, no fue hasta el 26 de noviembre de 1934 cuando Panamá expidiera su ley 25, para sumarse al Convenio Internacional de Telecomunicaciones y Protocolo Final al Reglamento General de Telecomunicaciones y al Anexo de dicho convenio, inscritas en Madrid dos años después, el 19 de diciembre de 1932.
Pero, mucho antes de que Panamá entrara en el concierto de las naciones en pleno disfrutando de derechos soberanos, Estados Unidos negó el derecho de participar a Panamá de dichos conclaves importantísimos e incluso a recibir letras de llamadas a participar como cualquier nación libre.
En las reuniones celebradas en 1926 y 1932, en Ginebra, fueron suplantados nuestros delegados por miembros de la nación de las estrellas blancas, cuartel azul y barras rojas, dejando a nuestros delegados con lágrimas y un sabor amargo.