De la patria boba casi todo ha parecido mentira, desde la historia de nuestra separación de Colombia, el asesinato de Victoriano Lorenzo, el cuento de la existencia de una oligarquía pro canalera, el magnicidio de Remón, los 3 golpes de estado contra Arnulfo Arias, los 21 años de orden y dictadura, los falsos izquierdistas y la muerte de Torrijos. Dos tendencias se han aprovechado de un pueblo entretenido en su sed de justicia, mientras que la brecha económica aumenta. Sin embargo, el estado bobalicón demostró que en Panamá si el ciudadano se esmera por alcanzar metas positivas, logra el éxito por más paupérrimo que sea su estrato, también que cualquier grupo con mentalidades alineadas a lo que fue Moscú, como algunos sindicatos, sean capaces de arruinar economías como la que bullía en Puerto Armuelles (acabaron con 36 000 empleos directos e indirectos, que pagaban seguro y renta). En la patria boba, la pandilla Marxista con base en México antes y después de la guerra fría, también quiso encarnizarse con los trabajadores del Canal a través de los secuaces de Jimy Joffa (sindicalista gringo fiel a los bolcheviques), pero entonces a los gringos sí les importó, porque guineos podrían darse en cualquier colonia tropical, pero la vía interoceánica era única y estaba en Panamá.
Caímos en el fiasco de la patria nueva (verruga deforme de la boba), que ha sido el mejor ejemplo de cómo exponer a un país lejos de la normalidad gubernamental, lejos de una salud pública, lejos de un sistema educativo y muy cerca de todo lo que representa al peligro y más cerca aún de todas las falencias del subdesarrollo. A la patria nueva hay que darle la importancia mundial que ha adquirido la basura, para ver si algún día la reciclamos y recobramos algo de lo perdido.
Por la patria loca, que reaparece en nuestro firmamento, me atrevo a decirles que sabido es, que ningún loco se come su... Así que tenemos esperanza de que al menos eso podamos comer los pobres.
