La amenaza de un nuevo ataque de la banda terrorista Al Qaeda ha puesto en alerta al mundo. Panamá no es un país aislado y como centro del comercio internacional y de trasbordo de pasajeros, debe reforzar su seguridad.
Las autoridades locales ya cuentan con informes que revelan que al menos uno de los integrantes de la célula del grupo financiado por Osama Bin Laden estuvo en Panamá.
Se requiere la cooperación ciudadana para que brinde información confiable sobre las áreas en que se movilizó este sujeto y así prevenir situaciones que luego podríamos lamentar.
Las autoridades de Estados Unidos han advertido sobre una próxima acción de Al Qaeda, que en esta ocasión podría incluir armas químicas, biológicas o radiológica que causaría más daño y víctimas que una bomba convencional.
Por eso no es una sorpresa que las autoridades norteamericanas hayan convenido con sus pares panameñas, que se les permita abordar naves de la marina mercante amparados bajo la bandera de Panamá, que puedan ser sospechosas de transportar armas de destrucción masiva.
El mundo no se puede dar el lujo de que se repitan los actos terroristas del 11 de septiembre de 2001, cuando fanáticos del terror lanzaron ataques aéreos suicidas contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, sembrando la muerte a su paso.
Hay una guerra mundial contra el terrorismo y Panamá no puede bajar la guardia. Se impone la cooperación para desmontar la amenaza que existe contra la humanidad.