Hoy entra en vigencia el nuevo Código Penal. Uno de los aspectos fundamentales es el aumento hasta 35 años de las penas de prisión por la comisión de delitos graves.
Más que el incremento de penas, se necesita que la justicia actúe y que no ande con paños tibios con la delincuencia. Uno de los problemas básicos de la ola delictiva que hoy sacude al país, es que el infractor de la ley, casi nunca completa la condena que se le impone.
Si un sujeto sabe que tendrá que pagar hasta 35 años en caso de asesinar a un semejante, lo pensará dos veces antes de cometer ese hecho. En el camino no puede haber atenuantes para el que arrebate la vida a otro para robarle.
Existe una realidad, cada día el número de delitos aumenta, sin importar quién esté al frente de los estamentos de la Fuerza Pública.
Ya hay un militar en la dirección de la Policía y prosiguen los asesinatos, las balaceras, asaltos bancarios y otros delitos. Se trata de un problema social complejo, donde hay que tomar en cuenta que no se imponen las penas fuertes para enviar un ejemplo claro de que no habrá tolerancia a los delincuentes, también existe el problema de la pobreza y la actitud alcahuete de algunos padres de familias frente a sus hijos a los que le toleran toda clases de conductas que van formando luego al maleante del futuro.
Hay que reconocer que el nuevo Código Penal establece viejas aspiraciones de los grupos de derechos humanos para perseguir los casos de genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y desaparición forzada de personas, cuyos autores no tendrán derecho a indultos o amnistía.
Ojalá que el nuevo Código Penal sea un paso frente a las medidas que hay que adoptar para frenar la ola de violencia y delitos que cada día se incrementa en nuestro país.