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  OPINIÓN


Seis años fueron muchos

Por: Hermano Pablo | Reverendo

Seis años fueron demasiados para Michael Kafton, dentista de Inglaterra. Seis años en que fue acumulando despecho, ira, resentimiento. Seis años en que esperó una palabra de cariño, una caricia, un beso apasionado.

Pudo haber esperado un mes, un año, quizá dos. Pero seis fueron demasiados. Así que Michael mató a su bella esposa Christine. ¿La razón? En seis años ella no había tenido relaciones sexuales con él una sola vez. Seis años, desde el día en que por una desafortunada enfermedad de Michael, ella no se dejaba tocar.

Michael Kafton había quedado estéril. Su esposa quería hijos. Si él no se los podía dar, ¿para qué entonces tener relaciones sexuales? Con esa actitud ella había llegado a despreciarlo, negándose a dormir junto a él. Y seis años en ese tormento fueron demasiados para él.

La esperanza es una fuerza moral que sostiene al hombre. Mientras hay esperanza, la vida resiste, pero cuando se pierde la esperanza, todo se viene abajo y la muerte extiende sus alas grises sobre el infeliz.

El proverbista Salomón pronunció unas palabras que tienen hondas sonoridades humanas: "La esperanza frustrada aflige al corazón" (Proverbios 13:12). Esperar es bueno y tonificante si se puede ver el cumplimiento de la esperanza a cierta distancia. Pero esperar y esperar y esperar, y nunca ver realizado lo que se espera, es verdadero tormento.

Todo esto pasa cuando nuestra esperanza está en la gente, en el ser humano. Cuando esperamos en el amigo, o en el cónyuge, o en los hijos, o en los padres, o en el patrón, ellos pueden fallarnos. Ninguna esperanza puesta en el ser humano tiene garantía de cumplimiento. No debe ser así, y no siempre es así, pero los seres humanos fallan.

Hay, sin embargo, alguien en quien se puede poner la esperanza. Es Jesucristo, el Hijo de Dios. La esperanza que se pone en Cristo es esperanza segura.

Es que Cristo cumplió todos los requisitos para cumplir todas las esperanzas de la humanidad, haciéndose hombre, naciendo en un pesebre, llevando la vida humana común, rindiendo su vida en la cruz a favor de todos.



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