En verdad ha resucitado el Señor, aleluya. A él la gloria y el poder por toda la eternidad.
La Resurrección gloriosa del Señor es la clave para interpretar toda su vida, y el fundamento de nuestra fe. Además, en la Resurrección de Cristo se apoya nuestra futura resurrección. La Pascua es la fiesta de nuestra redención y, por tanto, fiesta de acción de gracias y de alegría.
La Resurrección del Señor es una realidad central de la fe católica, y como tal fue predicada desde los comienzos del Cristianismo. La importancia de este milagro es tan grande, que los Apóstoles son, ante todo, testigos de la Resurrección de Jesús. Anuncian que Cristo vive, y éste es el núcleo de toda su predicación. Esto es lo que, después de veinte siglos, nosotros anunciamos al mundo: ¡Cristo vive! La Resurrección es el argumento supremo de la divinidad de Nuestro Señor.
La Resurrección es la gran luz para todo el mundo: Yo soy la luz, había dicho Jesús; la luz para el mundo, para cada época de la historia, para cada sociedad, para cada hombre.
La Resurrección de Cristo es una fuerte llamada al apostolado: ser luz y llevar la luz a otros. Para eso hemos de estar unidos a Cristo; informar el mundo entero con el espíritu de Jesús, colocar a Cristo en la entraña de todas las cosas.
La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.