El Chorro de La Chorrera, constituye uno de los mayores orgullos para los chorreranos, plenamente identificados con este importante recurso natural en vía de extinción.
Sin embargo son pocos los esfuerzos que han hecho los gobiernos locales de turno por su protección y salvación.
ALTO A INDIFERENCIA
Tal indiferencia no puede continuar, por lo que se hace imperante tomar medidas enérgicas en materia de conservación del ambiente, ante la amenaza de muerte a que está condenado El Chorro, por la contaminación de sus aguas, por porquerizas y tanques sépticos.
Enrique Cruz, es un hombre fuera de serie, ya que desde hace dos años y medio se ha dedicado por completo a enaltecer el máximo símbolo de La Chorrera, con sus propios recursos, porque a él nadie le paga por la labor que realiza.
"A mí no me pagan nada, pero yo llevo dos años y medio limpiando todo el área de los alrededores del Chorro, porque yo lo que quiero es que el que venga aquí, se lleve una buena impresión", comentó el señor Enrique.
Este hombre, para quien El Chorro, se ha convertido en una obsesión, reside en el barrio cercano a la escuela Pedro Pablo Sánchez, desde donde acude dos veces al día a dar mantenimiento a este sitio, que antaño fuera hasta escenario de una película, de cuya belleza ya poco queda por apreciar. A pesar que no se cuenta con las condiciones adecuadas para recibir a los visitantes, cada vez son más las personas que acuden al chorro, entre ellos pescadores que conocen de su riqueza marina.