Padres maestros, una combinación explosiva, que si realizan su labor a conciencia, aportarían a la sociedad, seres con una formación de hogar, cimentada en valores que difícilmente la presión de grupo podría ejercer algún tipo de influencia.
Y es que los padres estamos llamados a moldear los hijos que el creador nos entrega para que hagamos de ellos seres responsables, honrados, respetuosos, y exitosos, pues nos queda hacer del hogar la primera escuela de formación de los hijos. Si este rol, verdaderamente se cumpliera, tendríamos una sociedad con menos violencia, y respetuosa del valor que representa la vida.
Con el inicio del año escolar, la labor del padre de familia sufre una variante, que los lleva a convertirse en profesores alternos; vigilantes de que las tareas escolares se cumplan oportunamente. Algo así como un supervisor responsable del control de calidad del producto, donde estará expuesto a pruebas y errores.
Como guía de sus hijos, lo primero sería aclararles las responsabilidades escolares. Los hijos tienen el deber de estudiar y aprovechar al máximo la oportunidad que sus padres o tutores le brindan para hacerse de una profesión en base a los estudios.
Si en los primeros años de vida escolar los padres se convierten en maestros de sus hijos, pues los guían a desarrollar sus tareas escolares, están sembrando la semilla de la responsabilidad; al pasar los primeros años de vida escolar, la función del padre maestro estará centrada en supervisar las tareas. El hijo, en ausencia de sus padres, desarrollará solo sus tareas, una vez el padre llegue a casa, le corresponderá revisar y orientar.
En la medida en que sus hijos van creciendo, el rol de supervisor va en aumento. Su labor se hace más compleja, sin embargo, en la medida en que los valores se hayan enseñado correctamente, así mismo serán los resultados. En esta etapa el padre maestro debe mostrar interés por conocer las amistades de sus hijos. Recuerdo que le repetía a mis hijos constantemente: "procuren estar con los mejores" y no me equivoqué.
Para concluir, quiero exhortar a todos los padres maestros que vuelven a las aulas escolares a través de sus hijos, que realicen esta labor con amor, y, enseñen hábitos de estudio. No dejen la responsabilidad de educar a las autoridades, a la escuela y mucho menos a los maestros. Ellos son nuestros mejores aliados, pero requieren de nuestro respaldo.
Visite la escuela regularmente, no espere las reuniones que el plantel convoca para conocer los maestros de sus hijos. Se trata de una labor en equipo, conviértanse en padres brillantes, dispuestos a brindarle a la sociedad hijos fascinantes, que sumen y no que le resten al país.