Ha iniciado un nuevo año escolar y con ello una serie de expectativas y oportunidades encaminadas a lograr de una buena vez el perfeccionamiento, la calidad y la excelencia de nuestro sistema educativo. Ha llegado la hora que la ciudadanía en general, dígase padres de familia, estudiantes, educadores, autoridades educativas, administrativas, públicas, cívicas, espirituales, Gobierno y empresa privada aunen los esfuerzos y se pongan en movimiento para dar lo mejor de sí.
Los educadores, por su parte, a desempeñarse como tal, a propagar los conocimientos con vocación y buena voluntad, convencidos de que pueden transformar, descubrir y desarrollar con intuición y vocación las mentes, los talentos y los dones escondidos en sus alumnos, avivarles la llama del conocimiento y el interés por aprender; actuar de forma tal que el discente se motive y no se auyente, que se forme y no que se deforme.
Los estudiantes a lo suyo, convencerse de que si no estudian y ponen interés están condenados al fracaso o a la cárcel y a ser unos perdedores que nunca podrán alcanzar sus anhelos. Las autoridades educativas, administrativas, directores de escuelas y colegios, supervisores y los maestros y profesores a trabajar con aínco convencidos de que su buen desempeño es vital para que el proceso se cumpla a cabalidad y la excelencia se haga realidad.
La sociedad civil, grupos cívicos, guías espirituales e iglesias, empresarios e industriales a intervenir desde sus trincheras y apoyar para que todo lo anterior se haga realidad porque Panamá y los panameños nos lo merecemos. Es hora de comenzar a cultivar las almas y a intruir los pensamientos de los futuros profesionales de nuestro país. Buena Suerte.