Dos mujeres asesinadas y abandonadas en un paraje del Corredor Sur. El país cada día es sorprendido por crímenes espantosos. Ladrones y homicidas que no sienten el menor remordimiento por arrebatarle la vida a un semejante.
Los archivos de la PTJ, Policía Nacional y Ministerio Público están llenos de esos casos, algunos de ellos sin resolver. Una mujer que aparece hecha picadillo dentro de una maleta abandonada en Arraiján, taxistas decapitados y otros tantos casos, forma parte de ese inventario de hechos de sangre, que siguen en el misterio.
Quizás el reciente homicidio de dos dependientas de un restaurante, que fueron ultimadas a tiros entre a formar parte de ese grupo de procesos que culminen sin llevar al banquillo de los acusados a los responsables de ese atroz crimen por partida doble.
El nivel de violencia que se registra en Panamá debe llevar a las autoridades a la perfección de sus mecanismos de investigación, para que no se sustente sólo en el soplo de algún testigo para resolver un caso.
Además se corre el riesgo que conforme se repitan ese tipo de hechos, la población tenga miedo de salir de sus hogares. Ya es suficiente que muchos hogares tengan que vivir en residencias forradas en verjas por temor a los ladrones. No se puede permitir que la gente ahora tenga hasta pánico para salir a comprar algo o hasta para ir a trabajar.
Se impone que las autoridades aclaren ese grupo de crímenes atroces que están pendiente de resolver, para que éstos no queden en el olvido y que los autores paguen con penas ejemplares esos asesinato.