¿Viste la cartera que se compró? Chuzo..., esa pela’ de dónde saca plata si no gana mucho. ¿Será que anda con un viejo con plata? De seguro este es uno de los temas de conversación cuando usted ve un grupo de mujeres reunidas ‘cuchichiando’ vainas.
Los hombres, por su parte, no que quedan atrás. Ellos sacan a relucir las prendas de oro que llevan puestas los demás, sus autos, sus residencias y todo lo material, sin tomar en cuenta que aquel sentimiento de envidia está destrozando su alma de tal manera que están fallando a Dios.
¿Por qué mejor no alegrarnos de la prosperidad de los demás? ¿Qué hay de malo que unos tengan más?
Si usted lucha con la envidia que lo mata, pídale a Dios lo siguiente:
Hazme un instrumento de paz.
Donde hay odio... déjame sembrar amor. Donde hay injuria... perdón
Donde hay duda... fe. Donde hay desesperación... consuelo
Donde hay oscuridad... luz y donde hay tristeza... alegría.
Oh Señor, permite que...
En lugar de ser consolado... pueda consolar
En lugar de ser entendido... pueda entender y
En lugar de ser amado... pueda amar.
Porque dando es como recibimos. Perdonando somos perdonados
Y solo muriendo en tu nombre... Alcanzaremos la vida eterna.
Señor, ponte delante de nosotros para guiarnos.
Detrás de nosotros para empujarnos.
Debajo de nosotros para sostenernos
Sobre nosotros para bendecirnos
Alrededor de nosotros para protegernos
Habita en nosotros, de manera que podamos servirte con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente
Para dar la gloria debida a tu nombre!