En una semana, la población más humilde de este país podría estarse enfrentando a un nuevo y devastador golpe a su bolsillo.
Si hay algo doloroso e insultante en las amenazas de huelga de la Cámara Nacional del Transporte al gobierno y la ciudadanía, es que aun persisten el servicio de transporte urbano de la ciudad capital las mismas deficiencias que han causado la muerte a miles de usuarios, y molestias a un número mucho mayor.
Todavía se mantiene en el recuerdo de los panamenos la muerte de 18 personas en octubre de 2006 por el incendio del bus de Mano de Piedra 8B-06 frente al Templo Hossana.
Luego de ese espantoso espisodio, la peor tragedia en la historia del transporte, el gobierno prometió "acabar" con los Diablos Rojos.
Se hablaron montanas de palabras y corrieron ríos de tinta sobre el tema. Sin embargo, hasta el momento se está demostrando que las únicas palabras que realmente dieron en el clavo luego de la horrible muerte de aquellos pasajeros, eran las que le pueblo repetía una y otra vez en encuestas de opinión: "no va a pasar nada, y los Diablos Rojos se van a quedar".
La dirigencia transportista, respaldada por sus contactos e influencias en la clase politica, ha venido chantajeando y enganando una y otra vez a cuanto gobierno suba al poder.
¿Sera este gobierno el proximo?