En Panamá la situación alimenticia y de calidad de vida cada día se torna más preocupante, lamentable y triste toda vez que en el país si bien los índices económicos demuestran progreso, éste no se conjuga en bienestar para los panameños ya que los dineros que pagamos para vivir se exportan para los países de los dueños de la generación de hidroeléctricas y termoeléctricas, para los distribuidores de luz, para quienes suministran la telefonía, para los que venden el uso de los corredores y manejan los puertos nacionales y el ferrocarril, de quienes tienen la administración de los supermercados, de quienes manejan el comercio, de los. dueños de los hoteles y casinos, para los que producen y distribuyen la cerveza, con que tanto se harta el buche de los viciosos. Sumado a esto ya no entra al país ni a los pequeños negocios la gran cantidad de dinero que compraban los soldados del Comando Sur. También influye que gracias al aumento de las exportaciones de pollo y carne de res, a consecuencia de las bellezas de los mecanismos de la "globalización no recíproca", el precio para los nacionales aumenta sencillamente porque el producto escasea. Con el aumento del precio del combustible, diesel, gas licuado y energía eléctrica, los productos de primera necesidad aumentan sin que se regulen o congelen. Amén de esto y del paupérrimo aumento del salario mínimo, recargan gravámenes sobre los míseros salarios del pobre pueblo para hacer frente a las aspiraciones de quienes insensatamente se burlan de su salud y «le su educación, y en vez de ayudarlo con mensajes que promuevan valores para cuidar la vida y asegurar el futuro, lo bombardean con los anti valores y lo inducen al sexo y al alcoholismo. Pero bien dijo García Márquez al referirse a los pobres de América que "Cuando el excremento comience a valer dinero los pobres nacerán sin traseros" porque el pobre hambriento con su pobreza ofende y no ha de tener derecho a nada porque serán los nuevos y muchos esclavos de los nuevos y pocos amos.