Empezó de lleno el periodo pre-electoral. Propicia es la ocasión para empezar a hacer algunos señalamientos relevantes sobre el particular.
La democracia, dijo Robert Dahl, es el sistema político que mejor garantiza la autonomía individual, que más efectivamente promueve el desarrollo humano sostenible, y que proporciona el procedimiento más adecuado para diseñar y adoptar las soluciones a los problemas que aquejan a las sociedades.
La democracia moderna es una que depende, en gran medida, del funcionamiento y vitalidad de los partidos políticos. Sin partidos políticos robustos, eficaces, transparentes y honrados, no puede haber democracia, porque éstos, bien constituidos, orientan la acción ciudadana y representan los intereses de la colectividad. Y sin democracia los altos fines para los cuales se establece la comunidad política, esas aspiraciones de felicidad, paz, prosperidad y libertad, no son asequibles a la ciudadanía.
Nuestra democracia requiere de partidos políticos vigorosos, comprometidos con la búsqueda del bien común y deseosos de aportar sus recursos humanos más destacados al gobierno del Estado y la representación de la ciudadanía.
Resulta oportuno recalcar los elementos fundamentales de la definición de Edmund Burke, cuando nos hablaba de los partidos políticos: trabajo en común, por el bien común, bajo la guía de una ideología común. Disposición de servicio, dedicación a la comunidad, fidelidad a principios y valores: esa es la síntesis de la política partidista. Así puede resumirse la vocación del "político que vive para la política", a diferencia del sujeto que vive "de la política".
Partidos creíbles y profundos, estables, profesionales, tan grandiosos en su humildad como tenaces en la autocrítica, líderes permanentes en el debate y, por ende, conectados de forma sistémica con las inquietudes de unos ciudadanos sometidos a las presiones del cambio a tiempo completo.
Propicia es también la ocasión para exhortar a muchos en el sector privado y la sociedad civil, a que se involucren de forma afanosa y aporten en la solución de los grandes temas, no solamente a través de gremios sino también, por qué no decirlo, a través de los partidos políticos y del apoyo proactivo y constructivo a la gestión pública.