Las impresionantes zonas boscosas del país han sido fuertemente impactadas por el avance de la frontera agrícola. Muchas familias viven de la actividad agropecuaria en la producción de hortalizas, cultivando la tierra en forma tradicional.
Las líneas de conservación y las curvas a nivel son prácticas que los productores comienzan a implementar en Cerro Punta, para evitar que las fuertes corrientes de agua sigan erosionando la tierra.
A través del Proyecto Gestión Ambiental Comunal, que tardó tres años, y ejecutado por las organizaciones no gubernamentales como la Fundación para el Desarrollo de Ecosistemas en Panamá y la Fundación para el Desarrollo Ambiental de Panamá, implementaron nuevas prácticas agro productivas sostenibles.
Demetrio Estribí, productor del lugar, explicó que cada año las corrientes de agua se llevaban el fértil suelo y desde que comenzó a implementar las curvas a nivel y las líneas de conservación, las pérdidas que se registraban con las siembras se minimizaron.
En su finca, que se ubica en el sector de Alto Los Guerras, a una altura de 1, 850 metros sobre el nivel del mar, manifestó que se puede apreciar claramente el cambio que tuvo desde que comenzaron a implementar nuevas prácticas en la agricultura y los resultados fueron positivos.
Mientras que, Ulises Villarreal, otro productor de la misma zona, reconoce que a través del método de cajas de sedimentación ha logrado sacar varios quintales de tierra que las corrientes de agua arrastraban cada vez que llovía.
El problema es que en Tierras Altas, las parcelas de cultivos se localizan en altas pendientes y al caer fuertes aguaceros, las corrientes arrastran todo lo que encuentran a su paso.
Desde esta finca se puede observar el Volcán Barú y toda la hondonada del río Chiriquí Viejo, además de una pequeña área boscosa. Esta finca se encuentra a una altitud promedio de 1, 806 msnm.
Adaías González, otro productor que tiene su finca ubicada en el sector de El Desierto en Nueva Suiza, a una altura promedio de 1, 850 msnm, lleva tres años aplicando abonos orgánicos. Controla los nemátodos y las plagas con microorganismos orgánicos que fabrica en su propia finca.
González sostiene que esto le ha permitido bajar el costo de producción de su finca y puede vender productos mucho más saludables a sus clientes.
Por otro lado, Beltrán Martínez cambió su forma de ver la naturaleza, en su Finca Los Beltranes, en la comunidad de Alto Tribaldos, que está inmersa dentro del Parque Nacional Volcán Barú (PNVB), a una altitud de 2, 300 metros sobre el nivel del mar. Ahora tiene senderos, miradores, producción de hortalizas y ganadería.
Aceptó que hace muchos años atrás taló y ahora reconoce que los bosques son importantes, precisamente para seguir cultivando la tierra.
Jorge Pittí, presidente de la Alianza Ambiental de Tierras Altas, explicó que más de un centenar de jornadas de capacitación se les impartió a productores, sus familias, trabajadores y organizaciones para llevar este proyecto adelante.
