Era un rutinario día de trabajo como cualquier otro para el señor Joaquín Alonso, sin embargo, el destino le tenía reservada una mala jugada; la muerte le tocó a sus puertas dentro del mismo vehículo, que fue su sustento diario.
El taxista Alonso conducía la unidad 11228, con Registro �nico 210079, cuando fue víctima de un infarto fulminante cerca a la entrada del Corredor Norte.
Horas antes, el conductor había sido atendido en una clínica privada porque presentaba todos los síntomas que presagiaban un infarto, por lo que había sido remitido para ser atendido en un centro hospitalario público.
Para sus compañeros de trabajo de la piquera Santa Librada Libre, la infausta noticia los llenó de tristeza, pues minutos antes el señor Alonso había pasado por las oficinas sin quejarse de ningún tipo de malestar.
Uno de sus colegas recuerda que ya anteriormente le habían sugerido al fallecido que, debido a su avanzada edad y los problemas de salud, lo más conveniente era darle el carro a otra persona, para que se lo manejara.
Por su parte, familiares del difunto afirmaron que su muerte fue causada por negligencia médica, pues el doctor que lo atendió en la clínica privada debió llamar a una ambulancia, debido a la gravedad del paciente.
La familia Alonso anunció que procederá a interponer una denuncia por negligencia médica contra el galeno.