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Un diálogo críptico en Florencia

Ricardo Arturo Ríos Torres | Escritor y Docente

Una espiral de odios acumulados, desata un torbellino de violentos crímenes en la Florencia renacentista del siglo XV. La venganza libera viejos demonios en un drama terrible, teñido con el color de la infamia.

Julio Murillo Llerda, en diálogo de símbolos, confronta con osadía el arte de la impostura en la extraordinaria novela "Las puertas del paraíso". El autor español teje con hilos de seda una hermosa prosa metafórica, resalta el uso del lenguaje añejo el cual nos sitúa con puntualidad cervantina en el entorno de la emblemática ciudad de las artes y de los turbios negocios.

Las intrigas, la codicia y la carencia de escrúpulos, hacen del lector un protagonista de una trama de vileza y ruindad, encaminada a controlar el monopolio de la lana y del alumbre. La sangre reclama sangre en un cruel ajuste de cuentas con deudas que se eternizan entre los enemigos de siempre.

Julio Murillo Llerda, a la par de esas imágenes de usura y de inquina, enamora con las pasiones de los artistas del Renacimiento y, sobre todo, con el goce intelectual que disfrutamos al participar de los coloquios de los argonautas del pensamiento filosófico, en ese viaje sin coordenadas hacia el silencio personal, creativo y reflexivo.

Los Hijos de La Luz como Nikos Pagadakis, Bernard de Villiers y Renato de Anjou comparten con Marsilio Finicio, disquisiciones impactantes sobre La Muerte y los misterios de Eleusis.

Además, con los ojos asombrados de Platón, a plena luz del sol, y fuera de su lóbrega caverna, en diálogos exultantes, abordan las ilusiones y absurdas realidades de un acontecer pleno de dudas. Procuran develar los enigmas de Hermes Trismegisto y del Mysterium Magnun. El lector vive los sortilegios de la Grecia clásica con las míticas imágenes, de un pasado siempre actual.

Julio Murillo Llerda nos demuestra con su mágico texto que el tiempo de la literatura es siempre presente, porque cada lector es un libro vivo pues con él renacen los personajes, dramas y sueños que sustentan el devenir de la humanidad.

Las puertas del paraíso emociona con fascinantes descripciones del paisaje natural y urbano, como el sublime idilio del Arno con Florencia, así también con el relato de sus costumbres y juegos.

Los perfiles de los personajes son magistrales, en especial el del Médicis Cósimo il Vecchio, el Pater Patrie. Los contrapuntos de los protagonistas le dan un extraño fulgor a una composición literaria excepcional por su depurado estilo.

La lectura cautiva por sus paradojas. La fluidez del ritmo seduce y la ansiedad es intensa ante el suspenso de vértigo de una saga de crímenes, traiciones y conjuras que, sin quererlo, te involucran en un infierno de remordimientos.

Cada página de Las puertas del paraíso te deja una huella en el alma, los distintos temas se entrelazan tal como ocurre con los tiempos simultáneos desarrollados por Cervantes y luego por Borges y Vargas Llosa. Son inolvidables: la experiencia de Bernardo Villiers en el Ospedale, con esos niños que nos devuelven la capacidad de soñar; el humorista relato de Nezetta, el trágico desenlace de Fiametta, la melancolía de Magdalena, el amor de Stella, son muchos los variados pasajes de un diseño literario que recomendamos a los escritores noveles pues Julio Murillo Llerda, confirma que la literatura no se improvisa que es el fruto de muchas lecturas, estudios e investigaciones.



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