Sin lugar a dudas que el peor desastre laboral en Panamá, lo fue el bananero. La hecatombe dejó sin salario a 14, 000 chiricanos en forma directas indirectamente a más de 9, 000. Lo peor de todo es que se eliminó de tajo la mayor ocupación de mano de obra no calificada, en un país como el nuestro que en esos momentos del siglo pasado necesitaba con urgencia mantener a esa parte de la población ocupada y generando riqueza. Esta desgracia programada por la poderosa saliva de los comunistas, estremeció los cimientos de la Caja de Seguro Social, quebró a la lotería clandestina tica y condenó a la pobreza a la pujante población de Puerto Armuelles, otrora ciudad vigorosa en donde hoy día, dormitan abrazados perros y gatos en las calles polvorientas, porque hace años se acabó la bonanza que provocaban los asalariados de las bananeras. Esta calamidad criolla fue orquestada por comunistas, la gran mayoría de ellos difuntos ya, y lo más seguro friéndose en los lagos de fuego que describe el Apocalipsis de Juan.
Hace un año vimos en Bogotá, un documental en donde se describe con pelos y señales cómo los bolcheviques colombianos, primos hermanos de los de acá, lograron el objetivo orquestado desde la Rusia de Stalin, mucho antes que en Panamá, pues allá rápidamente les llenaron las cabezas con tripas de calabaza a los humildes campesinos de Santa Marta y Cartagena que trabajaban en plantíos de guineos de empresas gringas. En el documental se aprecia cómo aquellos izquierdistas también acabaron con parte de la economía de la región costeña, pues manejaron de tal forma a los huelguistas, e instigaron tanto al gobierno, que provocaron que el ejército masacrara a más de mil inocentes colombianos el 5 de diciembre de 1928.
Acá, los comunistas quebraron la economía de toda una región, que aportaba más, que el canal y las cervecerías. El golpe a la CSS fue tan enorme, que después de 1968, comenzaron a desvalijarla, seguros que se vendría abajo la economía del país y la "jauja" del comunismo totalitarista se impondría.