Los bebés nacidos entre el final del verano y el comienzo del otoño son, a menudo, "más altos y fuertes que aquellos que llegaron al mundo en primavera o invierno". A esta conclusión han llegado investigadores de la Universidad de Bristol en el Reino Unido, que cotejaron datos de más de 7.000 jóvenes ingleses nacidos en distintas épocas del año.