En los inicios del siglo XXI le comuniqué a mi jefe inmediato en SERTV el formato para un documental sobre los "Huaqueros" en diferentes zonas del país. Específicamente, en Chiriquí y Veraguas donde se concentraban gran parte de los más famosos huaqueros del país y su método para hacer su trabajo. Hubo gran entusiasmo, pero todo quedo ahí.
En el Museo del Hombre Panameño se perdieron miles de joyas valiosas, hubo cientos de implicados que aún guardan querellas jurídicas sin develar el misterio.
Me con tacté con uno de estos huaqueros y convenimos en mostrar en cámaras el formato de su trabajo en las huaquerías comprometiéndome a no mostrar su rostro, ni su trayectoria, en cambio de sus instrumentos, su resultado y parte de lo huaqueado.
El gerente del canal se interesó, pero mi puesto quedó en acefalía y me dejó sin oficio alguno. La respuesta quedó igual, lo mismo que su final.
En inicio se suscitó un escándalo por el montó de lo extraviado. Las herramientas, lo mismo que las joyas, deben seguir su trueque o cambalaché por mucho dinero o reposando en alguna vitrina o repisa, donde la historia sigue suscitándose sin que hasta el momento se haya ejecutado un plan 5, estrategia para recuperarla. Sabemos que en la provincia de Veraguas, lo mismo que en el oriente chiricano se esconde parte de las joyas que en algún momento adornaron los salones de encopetados huaqueros o depredadores de nuestra historia. Hoy continúan separando a los que estamos interesados en que esto se descubra o que cientos de los señalados continúen con el dedo acusador de la historia, escondidas en tierras vírgenes que aún no han sido honradas por el tridente que mancilla la tierra para dar con la huaca que guarda para la historia los petos, collares y vasijas con miles de años en su barro y sus joyas. Ni esa administración ni la actual hicieron caso a la denuncia dejando incólume a dueños que sin serlo presumen como tales y que solo son los "depredadores de la historia". Dios quiera que algún día nos permita confesar tantas cosas que se quedaron inconclusas que salgan a la luz pública con los culpables atados a las cadenas de la historia y la ignominia por no permitir que los panameños vean la cara de quienes escondieron la verdad.
Quienes no permitieron que se supiese la verdadera historia de la televisión y sus pasos por los años, lo que hicieron y cómo marcaron el tiempo; sus hombres y sus promesas que no llegaron a cumplirse.